Portada Brigitte Schwaiger POR QUÉ EL AGUA DEL MAR ES SALADA Una cara de mujer trazada con puntos, debajo los mismo puntos pero unidos con unas líneas naranjas formando un útero

Brigitte Schwaiger

Por qué el agua del mar es salada

Traducción del alemán

Una pieza de cámara que condensa los deseos, dudas, anhelos y miedos de una protagonista que nos habla en primera persona. Con su voz nos hace partícipes también de las pequeñas violencias y sus grandes terrores. Y de la luz en sus esfuerzos por guardar su identidad, las resistencias a la autoridad y al silencio. 
En 1977, Brigittte Schwaiger publica esta novela, la primera de su carrera. Enseguida se convirtió en un éxito de ventas y se tradujo a un gran número de idiomas. Contraseña la recupera con esta traducción para el público en español.

 

una boca de perfil las letras contraseña editorial

De la obra y EL AUTOR

Brigitte Schwaiger (1949 – 2010) nació en abril de 1949 en Freistadt, una pequeña ciudad de la Alta Austria. Fue la segunda hija de un antiguo médico de las SS y de una enfermera convertida en ama de casa. En 1967, tras terminar sus estudios de secundaria en su ciudad, se matriculó en la Universidad de Viena. Solo cursó dos semestres de Psicología, Estudios Alemanes y Lenguas Romances porque en 1968 se casó con un veterinario y funcionario español con quien vino a vivir a Madrid y Mallorca hasta su divorcio, cuatro años después. Tras un tiempo dedicada a la pintura y una fugaz carrera de actriz, publicó en 1977 su primera novela. Por qué el agua del mar es salada fue todo un éxito de ventas y se tradujo a quince idiomas.
En esta novela de apenas cien páginas, Schwaiger condensa los deseos, las preocupaciones y los miedos de su protagonista, una joven criada en un hogar pequeño burgués de la Austria de mediados del siglo pasado que se ve arrastrada al matrimonio para ocupar el lugar que le exige la sociedad. Empieza así una vida conyugal marcada por la monotonía y por pequeñas formas de violencia cotidiana llamadas a anular su individualidad, a someterla a la norma en la que no encaja.
Con un estilo depurado no exento de lirismo, lanza una mirada desnuda hacia el mundo convencionalista y patriarcal. Para ello, sin lástima ni acusaciones, pero con toda la sinceridad, presenta la monotonía de la vida conyugal y la terrible violencia que se esconde en lo ordinario, en lo que no se nota, en las expectativas defraudadas, en los reproches velados. Las violencias que hacen dudar a la mujer del pensamiento y del sentimiento propios. Hasta que se borra: «Me encojo hasta acabar convertida en una semilla acre que quiere escupirse a sí misma».

También es el relato de las formas de huida. Cuando la identidad de la mujer se supedita a su aceptación de definiciones, jerarquías y normas externas, su resistencia puede ser la pasividad, la desconexión con lo que la rodea en una especie de desdoblamiento letárgico, y también el hecho de esforzarse por guardar una voz propia a través de la escritura o de una voz en su cabeza. Esta novela es esa voz. La resistencia también puede ser la acidez (hay mucho humor en esta novela) o, también, la fuga minúscula: «Yo estoy fuera en la nieve con los pájaros negros y no estaré aquí cuando me toques».

Además, es también el retrato de toda una sociedad y de una generación, la de la Austria en la generación de Schwaiger, los hijos de quienes sustentaron con acción o silencio el régimen nacionalsocialista y luego decidieron callar preguntas. Pero mantuvieron el autoritarismo y la violencia que sustentan otras violencias. La autoridad del esposo se ve respaldada por toda una sociedad, la de la Alta Austria de 1968, campo fértil de militarismo y fervor católico. Así, la elaboración de su propio pasado personal y familiar, lleva a Schwaiger a hacer un retrato de toda una generación que se enfrenta a un pasado silenciado por la generación de sus padres y a trazar de forma conmovedora experiencias colectivas. La mujer, obligada a encarnar un papel arbitrario, vive una experiencia desgarrada entre los dictados externos con sus múltiples violencias y la experiencia interior. 

Schwaiger vivió también en el desgarro. Tras este primer éxito arrollador, siguieron algunos otros menores, pero no consiguió renovar la atención de su primera novela y su nombre cayó prácticamente en el olvido durante casi treinta años marcados por las deudas, el declive social y el trastorno mental. En 2002 ingresó en la clínica psiquiátrica de Baumgartner Höher. El ingreso y la consecuente incapacitación legal le valieron la pérdida de tutela de su hijo Michael. A finales de julio de 2010 se suicidó a orillas del Danubio en Viena.

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Fragmento

La abuela se sienta a salvo en la silla de la cocina, con las rodillas envueltas en paños calientes. Ya no le puede pasar nada. Tiene el vestido abotonado hasta el cuello, por encima del pecho que ha hecho todo su trabajo. Era una muchacha decente, le caía bien a todo el mundo, era trabajadora y simpática, el abuelo se quedó con ella porque encajaba bien en el negocio, y antes de la boda la abuela escribió una carta a la tía para que le explicara. La tía le explicó cómo era y le dio algunos consejos: si el joven bombero es una persona decente y tiene propiedades, sigue adelante sin dudarlo. Nunca se arrepintió, y Albert no quiere poner en riesgo su matrimonio, uno no se divorcia así porque sí. ¿Por qué me acaricia mientras lo dice? No hay vida sin mentiras. ¿Acaba de decir eso o me lo he imaginado yo? Ahora Albert habla igual que Rolf. Padre y madre, ¿por qué no me preparasteis para esto? ¿Por qué os callasteis tantas cosas? ¿Por qué me golpea con palabras y está desnudo a mi lado, mientras habla de su mujer y de que quiere volver a estar unido a ella? ¿Por qué me dice a mí todo esto, cómo se hace para que te crezca una costra y que nadie pueda volver a hurgar en las heridas abiertas, cómo se hace para que no lleguen siquiera a salirte las heridas? Levanta, vístete, vacía el cenicero, limpia el rastro. ¿Para qué me besa la frente?, con que solo apretara un poco me ahogaría el pensamiento. ¿Entiendes?, dice Albert, pero no es una pregunta, lo que quiere decir es: ¡así son las cosas!

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La melancolía viene sin hacer ruido, se cuela con el veneno que enferma, pero no mata. Rolf está sentado, encorvado con las manos hundidas, igual que si tiraran de él hacia abajo. Desde que se lo confesé, pasa las noches dando vueltas de una habitación a otra, habla solo y busca algo en el bar que se lleve el pensamiento entre sus aguas. Los pensamientos no se pueden burlar. Ni ahogar. Siempre vuelven, en cuanto encuentran algo de tierra firme. Los pensamientos son cangrejos. Insistentes. Ofrecen resistencia cuando se intenta ofrecerles resistencia a ellos. Vuelven una y otra vez con formas diferentes. Hay pensamientos ante los que hay que claudicar, a los que hay que acostumbrarse si se les quiere sobrevivir.