Katie Lowe

Las Furias

Traducción del inglés (EE. UU.)

«Asesinatos, pasión y brujería. Una lectura inquietante y llena de intriga». 
Irish Sunday Mirror

«Inquietante y adictiva: una novela brillante sobre el poder y la vulnerabilidad de las mujeres que no puede llegar en mejor momento. La prosa es escalofriantemente oscura y Violet es la clase de protagonista a la que estarías dispuesto a seguir a cualquier parte». 
The Times

fragmento

Hoy, el escenario se me presenta como un cuadro renacentista, con aquella composición perfecta y la leve inclinación en el cuello de la chica; igual que la Piedad, aunque de eso no me percaté entonces. De hecho, no fui consciente del parecido hasta más de una década después, en una visita al Vaticano. Como es obvio, mis alumnas pensaron que si rompí a llorar de repente al contar la historia de la escultura, era por mi gusto exquisito, en una respuesta visceral a la belleza de la obra de Miguel Ángel. No hice nada por sacarlas del error.

Viva, era hermosa —una niña que empezaba a descubrir su potencial, a conocerse, clavículas y  carne en flor toda ella—, pero he de reconocer que la muerte la hizo sublime. Algo así como el poema La Gioconda de Michael Field:

Mirada de soslayo, que incrimina desde la historia;
el brillo del terciopelo sonriente en las mejillas;
la sonrisa eleva unos labios serenos; una mano reposa
con delicado rubor, el paciente reposa
de la crueldad que aguarda, pero no va en pos
de su presa…

Una pareja infravalorada, en mi opinión. Cómo me encantan esas palabras, aún hoy.

Así, en esa postura, fue como la encontraron: con los ojos abiertos y perfectamente sentada en un columpio; dispuesta de forma impecable y viva en todo, salvo por los regueros azules de sangre desoxigenada que desalojaron el rubor juvenil, por los hilos de plata de una delicadeza imposible que le sujetaban las manos a las cadenas y por lo rígida que tenía la espalda —obra del rigor mortis— cuando la encontraron sobre el balancín que aún se mecía con suavidad. Tenía los pies cruzados  con elegancia por los tobillos, aunque un zapato se le había caído al suelo. Y llevaba un fino vestido blanco, que el rocío de la mañana había hecho casi transparente. Una obra maestra contemporánea, intensa y profunda.